La mochila para el senderismo. Un análisis
No podemos negar el aumento en la población sobre la fascinación que nos produce la naturaleza, tal vez por el temor a perderla, tal vez porque al fin nos hemos dado cuenta de los muchos beneficios que nos ofrece solo con observarla o introducirnos en ella, la realidad es que cada día somos más los que deseamos su contacto.
Los senderistas pertenecen a ese grupo de amantes de la naturaleza, de gente extraordinaria que vuelve, en cierto modo, a sentir lo que sentían nuestros antepasados cuando vivían en comunidad y en perfecto equilibrio con el medio ambiente y los entornos más salvajes. La diferencia está en que ahora no es una cuestión de supervivencia, sino solo y exclusivamente de placer.
Y para que esta experiencia sea aún más placentera, contamos con equipos, materiales, elementos tecnológicos, etc., que hacen que el gusto por el senderismo se potencie y el senderista pueda disfrutar al máximo de los caminos por bosques y montañas, pueblos y aldeas que halle a su paso.
Un objeto esencial para el senderista es la mochila donde cargar lo imprescindible para el disfrute del paseo o de la caminata. Vamos a ver, a continuación, los elementos con los que debe contar este tipo de mochila para que el senderista se sienta cómodo y seguro.
Cómo debe ser una mochila de senderismo
Un principio básico que debe cumplir toda mochila de senderismo es que reúna las condiciones ideales para que la actividad se desarrolle gratamente para el senderista, y para ello debe ser práctica, ergonómica, duradera y, además, ser ligera.
La elección de la mochila deberá realizarse en dependencia de las necesidades de cada jornada. Así, cuanto más tiempo se vaya a estar caminando, necesitaremos más capacidad, para un día con mochilas de 10 a 20 l nos bastará, para una semana mejor que llegue a los 30 o 40 litros, y si estamos hablando de internarnos en la selva o en la profundidad del bosque y perder el contacto humano durante semanas, entonces elegiremos una de 60 l.
A grandes rasgos, una mochila para senderismo, que no se parece a una de trekking o de acampada, ni mucho menos a una polivalente, debe tener una buena accesibilidad a su interior, con compartimentos claramente separados, para saber dónde dirigirnos sin obligarnos a sacar todo lo que hay antes de dar con lo que necesitamos. Una mochila de senderismo debe de facilitar la localización de todo lo que llevamos en su interior.
Uno de esos compartimentos debe estar destinado a los líquidos que usemos para evitar la deshidratación. Es sumamente útil y cómodo poder beber siempre que lo necesitemos si necesidad de quitarnos la mochila, abrirla y buscar en su interior la botella de agua o bebida energética que usemos, para después volver a guardarla y colocárnosla, tiempo que estamos perdiendo en nuestro paseo.
Por otro lado, otro de los elementos indispensables es que sea impermeable o cuente con una funda que proteja la mochila del agua en caso de que nos llueva o tengamos que pasar un río en nuestro caminar. También queremos que sea resistente, tanto a la abrasión como al desgarro y que disponga de cuerdas y rapels para ajustar el contenido adecuadamente.
Debemos elegir la mochila en base a ciertos criterios físicos, sobre todo en cuanto al sexo y a la talla. Existen diferencias físicas entre un hombre y una mujer, por lo tanto, los fabricantes han creado productos bien diferenciados en este sentido, que ofrezcan el confort necesario a ambos. Donde mejor se percibe esta diferencia es en la colocación de las hombreras, más oblicuas en el caso de las mujeres, para salvar y molestar lo menos posible al pecho. En cuanto a la talla, debemos buscarla que no sea demasiado grande con respecto a nuestro físico, estrecha por los hombros y que no supere al cuello en cuanto a su altura.
En cuanto a los elementos que deben componer una buena mochila para practicar el senderismo, es interesante que no le falte ninguno de los siguientes elementos; cinturón lumbar, hombreras, cinta pectoral, cintas de ajuste, respaldo, deposito para la funda impermeable, bolsillos laterales, porta objetos, un asa superior, un bolsillo trasero y otro
bolsillo superior.
Con los primeros elementos nombrados (cinturones, hombreras, correas…), podremos ajustar la mochila a nuestro cuerpo, evitando, en la medida de lo posible, rozaduras, golpes o desequilibrios al andar, e incluso dolores musculares y / o lesiones.