Hace 10.000 años la mayor parte del parque nacional de Ordesa y Monte Perdido era una joya sepultada bajo 500 metros de
hielo. Una joya que los glaciares iban puliendo para poder mostrar hoy el espectacular resultado final: dos cañones (el de Añisclo es el mayor de los Pirineos), una garganta y dos valles glaciares; en realidad, cuatro arterias hidrogeológicas que se desparraman desde la cumbre del Monte Perdido (3.355 metros), eje y centro de este territorio aragonés. La zona, declarada parque nacional el 16 de agosto de 1918 (en 1982 se amplió hasta los límites actuales), es patrimonio mundial, Reserva de la Biosfera y Geoparque, tiene 15.696 hectáreas y está dividida en cuatro sectores: Ordesa el primero en ser protegido ese mismo año y el cual será nuestro objetivo del fin de semana; Añisclo, a punto de ser inundado a principios de los años 80 para producir energía eléctrica; Escuaín y Pineta.