Este paraje, ligado a leyendas populares, fue conocido en la Edad Media, por su sugerente forma, como Sierra del Dragón.
La belleza de las cumbres de estos Siete Picos no solo ha sido señalada por montañistas, sino que hasta reyes como Alfonso X el Sabio y el arzobispo Rodrigo Jiménez reconocían en sus obras, entre la épica y la historia europea, la majestuosidad y el encanto que guarda Siete Picos, recordando en todo momento ese aspecto mítico que rodea a esta sierra. En el siglo XIX serán los primeros guadarramistas como Alberto Oettli y Enrique Herreros quienes recuperarán y ascenderán a este legendario macizo, redescubriendo trazados que ahora nos permiten admirar esta obra de arte de la naturaleza formada por granito y gneis. Todos ellos pudieron disfrutar de los secretos, el alma y las vistas de esta sierra.