Es uno de los paseos más sorprendentes que pueden realizarse por la Sierra Norte, pues permite contemplar la variedad y riqueza de la flora de la zona, así como la Chorrera de Mojonavalle. El número de especies es tan abundante como asombroso, pues hay, incluso, algunas tan poco habituales como el abeto de Douglas, otras propias de distintas altitudes como el abedul y varias protegidas como el acebo y el tejo. Además, los melojos y los pinos silvestres alcanzan alturas infinitas. Todos estos árboles están presentes en los escasos 7 km de la ruta, que se recorre sin ninguna dificultad. El itinerario circular a pie tiene su punto de partida y de llegada en el Área Recretiva Puerto de Canencia, su desnivel es tan suave que apenas se aprecia y es perfecto para realizar en familia.
El paisaje más soberbio del recorrido surge de repente entre la abundante vegetación, a la que, en este punto, se suma el álamo temblón (Populus tremula) de hojas redondeadas, con los bordes ondulados y que tiemblan con el viento. Se trata de la Chorrera de Mojonavalle, que forma el agua del arroyo del Sestil al descender por las rocas. Para contemplarla en toda su plenitud, hay que subir al Mirador de la Chorrera por la pequeña y breve escalinata que arranca a la izquierda del sendero, junto a un panel indicador. Las épocas más propicias
para verla son la primavera, cuando cuenta con un abundante caudal, y los días más fríos del invierno, que luce helada. Si opta por ir en invierno, tenga precaución pues es probable que exista hielo cerca de los arroyos.