En esta ruta vamos a pasar la mñana por Quijorna y sus alrededoress donde veremos bunkeres de la batalla de brunete, túneles excavados para cubrirse de los bombardeos y unos hornos de cal con mucha historia. Al finalizar nuestra marcha nos iremos a comer un cocido madrileño hecho con garbanzos de la zona.
Desde 1566 en diversos documentos, particularmente en el Archivo de Protocolos de Madrid, relacionan el transporte por carretera de la cal, desde las canteras del Vétago hasta el Escorial, para la construcción del monasterio. Desde el siglo XVII hasta principios del XVIII hay numerosas referencias al empleo de la cal de Quijorna en edificios, palacios y otras obras de la provincia de Madrid, así como en zonas limítrofes, tal es el caso del puente de Segovia (Madrid) o la catedral de Toledo. Es la época de esplendor de las caleras.
A mediados del siglo XVIII se inicia el declive productivo de la cal en la zona. Según el catastro del Marqués de la Ensenada (1752) solo funcionaban en Quijorna 6 hornos que proporcionaban a sus dueños 6200 reales/año; así mismo hay una cita sobre la existencia de 21 trajinantes de este producto. Pero recordemos que en Vétago había también hornos de vecinos de Valdemorillo (población en la que con motivo del censo de 1768 se menciona a cuatro habitantes con Francisco el Grande (Madrid) o el Palacio de Boadilla del Monte.
En el siglo XIX funcionaban en Quijorna sólo algunos hornos, mientras que en Valdemorillo, donde habían trabajado a la vez 12 hornos, con 60 personas, las caleras se encontraban casi en pleno abandono al final de la centuria, por la falta de rentabilidad.
En la zona de Quijorna los últimos hornos dejaron de funcionar hacia 1950. Los hornos industriales modernos (procesos continuos), instalados en la segunda mitad del siglo XX, han acabado con las caleras históricas (procesos discontinuos).